30 julio, 2013

Lengua y medicina II. A vueltas con el triaje

   ¿Como debería escribirse; triaje o triage? En mi opinión, siguiendo las reglas gramaticales en castellano; las palabras acabadas en -aje se escriben con "j" (abordaje, masaje, garaje, peaje...) lo más correcto es triaje. No obstante, cualquiera de las dos formas es igual de adecuada-inadecuada, ya que actualmente no se incluye en el DRAE. El uso del termino en castellano pertenece de momento casi exclusivamente a la jerga médica, adonde nos a llegado directamente a través del catalán; por mucho que a algunos les cueste reconocerlo.

   El verbo triar de origen incierto; francés, occitano o aragonés; ya está documentado en medios castellanos —aunque con uso muy limitado a determinadas zonas y dentro de la agricultura y la ganadería— desde los siglos XIII-XIV, y el DRAE lo recoge desde sus primeras ediciones con el significado de escoger, elegir. Solo por eso el termino triaje no tiene ningún sentido en castellano, porque el propio DRAE contempla desde el siglo XIX el sustantivo tría o trío como término que define la acción de triar. No obstante, tampoco esto parece necesario cuando disponemos en castellano de terminos tan útiles al caso como clasificar, distribuir o seleccionar.

   El origen del triage (en francés) relacionado con el mundo de la sanidad se debe al barón Dominique-Jean Larrey (1766-1842), médico cirujano militar, jefe de los servicios sanitarios del ejército de Napoleón, que comenzó a utilizarlo como un sistema de clasificación para tratar a los heridos en el campo de batalla. Desde entonces el término se ha venido utilizando básicamente para clasificar la gravedad de los pacientes en situaciones catastróficas. Posteriormente su uso se ha extendido a los servicios de urgencias tanto hospitalarios como de atención primaria que, si se me permite la broma, frecuentemente presentan un panorama no tan alejado del de zona catastrófica.

   Durante el siglo pasado hasta la decada de los 80 la actividad más parecida al triaje que se venía desarrollando en el ámbito de la medicina era el "screening" o cribaje, que competía sobre todo al mundo de la investigación, la epidemiología y las actividades preventivas. La Atención Primaria, que hasta el momento practicaba una medicina básicamente curativa, tras la aparición de las primeras promociones de médicos de familia y la creación de los primeros centros de salud, toma conciencia de su relevante papel en las actividades preventivas y de promoción de la salud, e integra en la historía clínica el cribaje sobre todo de los factores de riesgo cardiovascular (HTA, tabaco, colesterol, diabetes, obesidad, sedentarismo, etc) con la novedad de aplicarlo no solo a los pacientes que acuden a la consulta sino procurando la captación de los usuarios presuntamente sanos.

   Por entonces emerge en Catalunya el concepto de triatge (en catalán; incluido en el Gran Diccionari de la Llengua Catalana) tal como lo conocemos actualmente. Es interesante apuntar que, antes de la adopción del término por los medios sanitarios, el concepto de triaje estaba restringido practicamente a la clasificación en las plantas de tratamiento de residuos. Casi podría asegurar que su uso aparece en los centros de atención primaria antes que en los hospitales. Desde muy al principio dicha actividad se consideró competencia básica de la enfermería en la recepción del paciente que solicita atención con caracter de urgencia o emergencia.

   A través de sucesivos congresos, simposiums, publicaciones, etc. unos años más tarde el ámbito sanitario castellanoparlante desafortunadamente se impregna de la aun más desafortunada transcripción del mismo al castellano; llegando así a nuestro triaje actual. Dicha circunstancia no debe de causarnos extrañeza; el DRAE reconoce recoger al menos 350 terminos provinentes del catalán. Es el caso de palabras tan conocidas como allioli (ajo y aceite) o capicua (cabeza y cola) o, mas sorprendente, palabras de uso tan corriente como papel, reloj o clavel (del catalán paper, rellotge y clavell respectivamente).

   Es pertinente mencionar el documento que la SEEUE (Sociedad Española de Enfermería de Urgencias y Emergencias) emitió en su momento manifestando su disconformidad con el termino triaje; que debería ser sustituido por el acrónimo RAC o el enunciado explícito de su contenido (Recepción, acogida y clasificación de los pacientes). Aprovecho para recomendar la lectura de dicho extenso documento; RAC DE ENFERMERÍA EN URGENCIAS Y EMERGENCIAS, en el que se describe con todo detalle lo que se considera una actuación excelente del enfermero ante el paciente presuntamente urgente, que, desafortunadamente, no siempre se lleva a cabo con la diligencia y rigor exigibles.

 Alfredo Falcó Sales, 2013

29 julio, 2013

Lengua y medicina I. También y sugestivo

   Una vez vencida la pereza de estos últimos meses, provocada por la exhaustiva cobertura informativa sobre la tristemente reciente catástrofe ferroviaria de Santiago, que se materializó en forma de queja por la manipulación que de la misma y de otras de similar cariz suelen llevar a cabo los poderes, me gustaría hablar de temas menos graves. Concretamente de ciertas, a mi modo de ver, incorrecciones en el manejo del lenguaje y más concretamente en el ámbito sanitario.

   Creo que nadie cuestiona la importancia del lenguaje en la comunicación humana. Pongo especial empeño, probablemente con frecuencia sin conseguirlo, en utilizarlo con toda la precisión que mi conocimiento me permite. Como cualquier herramienta, si se maneja con todo cuidado sirve perfectamente al fin para el que está destinado, en caso contrario puede volverse contra nosotros e incluso llegar a provocar algún daño. Esto es asi para cualquier tipo de relación interpersonal; y si en alguna hay que ser especialmente exquisito es en la relación médico paciente.

   Como preveo que el tema da para mucho, lo estreno como nueva etiqueta para ir presentando los casos según se me ocurran o acontezcan. Precisamente por eso me centraré hoy tan solo en dos errores comunes: uno discursivo y otro de dudosa adecuada utilización de un termino.

   El primero lo presentan con frecuencia los pacientes de personalidad hipocondríaca o al menos pesimista que manifiestan su preocupación ante determinado síntoma o signo que pueden llegar a considerar como "patognomónico" —aunque no conozcan ni de lejos la existencia de dicho término ni su significado— de una grave dolencia. Lo bueno de esto es que el paciente se te presenta como un libro abierto y puedes utilizar su falta "delatora" en tu provecho y, por ende, en el suyo. Por ejemplo:

   —Puede usted estar tranquilo que, por sus caracteristicas y la exploración realizada, puedo asegurarle sin temor a equivocarme que el dolor es de origen muscular o costal; probablemente un tirón, una mala postura o un traumatismo lo suficientemente leve como para que no lo recuerde. —el médico se afana en mostrar seguridad y restar importancia al motivo de consulta ante la ansiedad que ha detectado en el paciente.

   —Por otro lado, si además se pone uno nervioso el dolor puede acentuarse y acompañarse de otros síntomas...

   —Bueno, si usted lo dice... —interrumpe el paciente con igual ansiedad—  pero es que un tio carnal también murió de un infarto con mi edad y tenía el mismo dolor...

   —Perdone, —ahora es el médico el que interrumpe (y debe de hacerlo para acabar con la "rumiación" del síntoma)— pero ¿a que se refiere con "también"?; usted no está muerto, ni tampoco va a hacerlo en breve; al menos no debido al dolor que presenta hoy.

   La mayor parte de las veces el médico consigue, mediante este malabarismo lingüístco, arrancar al paciente una entre maliciosa y vergonzosa sonrisa, como la del niño al que se ha pillado en una mentira, lo que puede utilizarse para disminuir la ansiedad del mismo.

   En cuanto al término que, a mi juicio, no se utiliza todo lo adecuadamente que se podría es "sugestivo". A menudo, yo diría que exhaustivamente, en las historias clínicas aparece para describir un determinado dato o grupo de datos que nos hacen pensar que el paciente tiene con plausible probabilidad tal o cual alteración determinada. Pues bien, aunque el termino con el significado de "que sugiere" está admitido por la RAE, me parece más preciso utilizar "sugerente"; casi en desuso, más cercano morfológica y etimológicamente a " lo que nos sugiere". Sugestivo tiene más relación con la hipnosis (sugestión) o la capacidad persuasiva de una persona sobre otra, así como con aquello que nos resulta especialmente atractivo, insinuante o tentador que, en principio, no parece lo más adecuado en el contexto del proceso del establecimiento de un diagnóstico.

 Alfredo Falcó Sales, 2013

26 julio, 2013

Muertos de clase turista

   Según los datos de que disponemos puede decirse que en España fallecen a diario alrededor de seiscientos habitantes. La mayor parte de ellos lo hacen por lo que ha venido en llamarse causas naturales: personas a las que les llega su hora debido a su avanzada edad, enfermedades malignas y consuntivas o deletereas. En estos casos tanto el presunto difunto como la familia y los medios sanitarios y sociales se enfrentan a la muerte inminente con toda la discreción y dignidad que las circunstancias permiten. La familia y allegados viven en soledad su pena con el unico apoyo y comprensión de los más cercanos. Ni son noticia, ni los politicos se preocupan personalmente de estas perdidas más allá de su consideración como datos estadísticos.

   De esas seiscientas muertes diarias aproximadamente cincuenta corresponden a lo que el INE define como "por causas externas"; lo que más gráficamente conocemos como muertes violentas. El dolor que supone la pérdida de un ser querido es especialmente intenso en estas circunstancias, en que la muerte se ceba de forma súbita e inesperada con una persona joven y sana. El especial e intenso desconsuelo de los familiares es comprensible, siendo aun mayor cuando un padre tiene que enterrar a su hijo, o una madre ha de dejar al cuidado de un familiar a sus dos pequeños para acudir al entierro de su joven esposo. Y aunque hoy tratamos básicamente de muertes, no debemos olvidar que éstas no son más que la punta del iceberg de toda una serie de lesiones traumáticas más o menos invalidantes.

   Muchos de estos eventos supondrán la irreversible desestructuración del nucleo familiar, pero tampoco éstos reciben ningún trato ni consideración especial por parte de los politicos ni los medios de difusión; al fin y al cabo son casos aislados aquí y allá dispersos por toda la geografía. Poco o ningún esfuerzo se invierte en averiguar las causas o tratar de poner remedio a estas quince mil muertes anuales. Ni siquiera ante el impacto del incremento de la violencia de genero, o de los "silenciados" suicidios en constante alza, las autoridades y los medios dan una respuesta proporcional.

   Ayer fallecieron por causas violentas 50 + 80 (las del accidente ferroviario de Santiago) personas. Además, con unos treinta heridos en estado crítico, desgraciadamente esas 80 victimas tal vez se vean incrementadas en los días sucesivos, y también algunos de ésos sobrevivan viendo afectado su futuro por secuelas de mayor o menor importancia.

   Politicos y periodistas nos bombardearon ayer y aun siguen hoy, estos con el ánimo de cobrar notoriedad o aumentar las tiradas, las cuotas de audiencia o de pantalla, proporcionando carnaza a un público ávido de morbo; y aquellos para tener buen cuidado de salir bien en la foto en una suerte de precampaña electoral. Como ocurre siempre en estos accidentes catastróficos, unos y otros pugnan por cobrar protagonsimo, robándoselo a las victimas y sus familiares, convirtiendo el desgraciado y fatal acontecimiento en poco más que un espectáculo circense.

   Me alegro de que los familiares afectados hayan recibido todo el apoyo y toda la comprensión que merecen; y vaya para ellos también mi condolencia, porque quiero creer que entre toda esa avalancha de manifestaciones, acercamientos y ofrecimientos han prevalecido los verdaderamente generosos, sinceros y desinteresados. Pero tengo una tendencia innata a ponerme siempre a favor de los más débiles, afligidos, menesterosos e injustamente tratados. Por eso mi queja es en favor de las otras victimas de accidentes, y no solo de ayer sino de a diario.

   ¿Por qué no se dirige el señor Rajoy a la viuda del obrero, que murió ayer electrocutado en la fábrica, para decirle que se pondrán todos los medios para averiguar las causas y buscar responsables?

  ¿Por qué no manifiesta su condolencia y asegura que no van a estar solos a los padres del suicida de dicisiete años?

   ¿Por qué no se persona en casa de la familia de la última victima de violencia de genero para abrazarles y asegurarles que se van a incrementar los medios para evitar esas desgracias?

   ¿Por qué seguimos viendo ramos de flores y cruces al borde de las carreteras o esos ofensivos carteles de "TRAMO DE CONCENTRACIÓN DE ACCIDENTES"?

   ¿Por qué  hemos decidido que merecen toda nuestra atención los 80 fallecidos de un día en concreto y no los 15.000 de todo el año?

   En fin, los acontecimientos como el de ayer refuerzan mi idea de que para todo ha de haber clases, como la de esos cincuenta anónimos accidentados diarios; muertos de segunda o, como dice la RENFE, de clase turista.



 Alfredo Falcó Sales, 2013