18 julio, 2014

Lengua y Medicina III: ¿PQCUTLEEADM?

   Tras un prolongado silencio que no siento ningún deseo de explicar, me arranco con este articulillo. El motivo de salir de mi perezosa inercia es el tema de los puñeteros acrónimos, que igualmente pueden llamarse criptónimos (creo que éste es el termino que mejor les cuadra dado el resultado conseguido las más de las veces), sigla o siglas, que sobre esto también hay confusión.

   De un tiempo a esta parte se hace un uso cada vez más frecuente; yo diria que abusivo, pero además; como suele ocurrir en este pais nuestro, incorrecto e indebido, de esta fea costumbre de sustituir en los informes médicos el nombre de cualquier sindrome, procedimiento diagnóstico o terapéutico, hallazgo clínico, etc. por el acrónimo resultante de unir las letras iniciales de las palabras que lo forman. Sinceramente no alcanzo a comprender la necesidad, la ventaja o el gusto por esa práctica.

   Hace unos días comentaba con una compañera el enfado que me había producido la perdida de tiempo; aparte de considerarlo una falta de respeto, que me había supuesto conseguir desentrañar varios de los "palabros" que pretendían infructuosamente informar acerca del cuadro clínico de mi paciente; en esta ocasión desde medicina interna (y no MI). Ésta por toda respuesta, medio en broma, medio en serio me dijo que el problema es que estamos obsoletos.

   Es verdad que estoy a escasos pasos de la jubilación y que la mayor parte de los especialistas que atienden a mis pacientes son más jovenes que yo, algunos descarádamente más jovenes, y que muy probablemente muchos han crecido asesinando a nuestro querido lenguaje a través de impresentables abreviaturas en sus SMS (¿sabíais que significa Short Message Service, o Servicio de Mensajes Cortos?) Pero no puedo admitir lo de obsoleto salvo como sinonimo de sensato o formal y, por contra a su vez, antónimo de moderno, insensato, informal; lo que no dejaría de ser en alguna medida injusto para con esos juveniles colegas.

   Intento comprender, y creo conseguirlo hasta cierto punto, el porqué de esta práctica. Desde antaño, en nuestra profesión, se han venido utilizando los términos más corrientes junto a los que consisten en el nombre propio del descubridor o descubridores de tal lugar anatómico, dolencia, prueba, etc (tiene un Hodgkin, es un Murphy positivo, le vamos a hacer un Mantoux) y estos han constituido el lenguaje universal conocido por cualquier profesional de la medicina.

   En los últimos tiempos el caudal de conocimientos se ha incrementado vertiginosamente, y los nuevos avances, fruto en general de equipos múltiples y multidisciplinarios, se prestan poco a lo onomástico y si a las denominaciones más descriptivas y prolijas y, por tanto, más tediosas de nombrar (trastorno por deficit de atención e hiperactividad; dispositivo de presión aérea positiva continua; síndrome coronario agudo sin elevación del ST). No cabe duda sobre lo cómodo de utilizar TDAH, CPAP (continuous positive airway pressure) y SCASEST que además, por su impacto, incidencia y abordaje multisistema son acrónimos de uso harto frecuente. El verdadero problema surje con aquellos que podriamos definir como jerga localista.

   El especialista maneja temática que, concentrada en su propia especialidad e inherente a la misma, a éste le parece de lo más común, tanto que, dentro de su argot particular, tiende a simplificar utilizando múltiples acrónimos que, con toda probabilidad resultarán ininteligibles para la mayor parte del resto de los especialistas, incluido el médico de cabecera y no digamos para el paciente.

   Si la finalidad de los informes es informar no se entiende esa falta de sensibilidad que demuestran cuando algunos de esos consisten practicamente en una sucesión de acrónimos, abreviaturas y siglas a menudo improvisadas e inventadas, sin ninguna explicación facilitadora anexa. Información a la que, salvo razones compasivas, tiene derecho el paciente. En un medio democrático esa costumbre ancestral de la medicina críptica y esotérica, como si solo fuera comprensible para unos pocos privilegiados, ya ha pasado a la historia.

   A nosotros, los médicos de cabecera, nos corresponde la labor, que realizamos gustosamente, y no pocas veces ante la angustiada demanda del paciente, de informar; o más bien diría descifrar, la intervención del especialista, dada la parquedad en explicaciones que a menudo demuestra éste. Todo ello sin considerar el interés de mantener al día el historial del paciente con todos sus pormenores. Pues bien, con relativa frecuencia no podemos llevar a cabo dicha tarea, impotentes ante lo que parece más un papiro jeroglífico o un juego de adivinanzas, con lo que quedamos en entredicho no solo nosotros sino la profesión médica de forma global.

   Si no los inventores, si que puede decirse que los estadounidenses son los que han puesto de moda tal costumbre; de ellos deberían aprender algunos especialistas. Estos, salvo contadas excepciones, tienen buen cuidado de acompañar a cada acrónimo, en su primera aparición en un escrito, de la correspondiente descripción entre parentesis; un rasgo más de la delicadeza con que tratan determinados temas este curioso y contradictorio pueblo.

   Hace más de diez años por iniciativa de un par de colegas; doctores Javier Yetano Laguna y Vicent Alberola Cuñat, a traves del Ministerio de Sanidad se publicó un Diccionario de Siglas Médicas que descargué en su momento en pdf, y que por desgracia ya ha quedado; éste si, obsoleto. Sin embargo se ha actualizado recientemente con acceso online en la pagina web de la SEDOM (Sociedad Española de Documentación Médica). En la actualidad comprende 4475 entradas entre acrónimos, abreviaturas y símbolos, cifra que puede ir engrosandose en el futuro a través del apartado de nuevas sugerencias. Otra página; http://www.cosnautas.com/diccionario.html, ésta de pago, presume de contener hasta 85.000 acepciones.

   Se da la circunstancia de acrónimos polisémicos; que corresponden a diferentes conceptos según el contexto o la especialidad (ADP: Adenopatía // Adenosin Diphosphate (Difosfato de adenosina) // Arteria (coronaria) descendente posterior). En un más dificil todavía algunos informes incluyen tanto acrónimos en español como en inglés, con la posibilidad de significar algo distinto en un idioma o en otro.

   El colmo de la jerigonza son los informes de oftalmología; en esto coincidimos todos, salvo OD y OI y alguna cosilla más, el resto de lo que allí figura no hay por donde cogerlo. En uno de los últimos que he recibido habia al menos dos acrónimos inencontrables por todos los sitios en que consulté en Internet; ni en español ni en inglés. Así que no exageraba antes cuando decía que algunos de estos son inventados.

   Dicho todo esto se comprenderá que ruegue, y tengan mi agradecimiento por delante, a esos colegas especialistas que hagan un pequeño esfuerzo y al menos sigan el ejemplo de  los "yanquis", y desvelen en su primera aparición en el informe aquel acrónimo que su buen criterio les de a entender que no es de uso corriente para los demás. Y que si crean un "neoacrónimo" al menos tengan a bien proponerlo en el apartado de sugerencias de la SEDOM.

   P.D.: Por si alguien quiere hacerse una idea de lo que se siente ante uno de esos de entrada ininteligibles, puede realizar el ejercicio de tratar de descifrar el titulo que encabeza esta entrada. Caso de necesidad la respuesta la encontrará paseando el cursor del ratón con el botón izquierdo pulsado por la siguiente linea amarilla.

   ¿POR QUÉ COÑO USAN TANTO LOS ESPECIALISTAS ESOS ACRÓNIMOS DE MIERDA?

Alfredo Falcó Sales, 2014